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miércoles, 26 de marzo de 2014

Rubén Darío - El faisán






Y en el gabinete del café galante 
ella se encontraba con su nuevo amante, 
peregrino pálido de un país distante. 

Llegaban los ecos de vagos cantares 
y se despedían de sus azahares 
miles de purezas en los bulevares. 

Y cuando el champaña me cantó su canto, 
por una ventana vi que un negro manto 
de nube, de Febo cubría el encanto. 

Y dije a la amada un día: —¿No viste 
de pronto ponerse la noche tan triste? 
¿Acaso la Reina de luz ya no existe? 

Ella me miraba. Y el faisán cubierto 
de plumas de oro: —«¡Pierrot, ten por cierto 
que tu fiel amada, que la Luna ha muerto!»

Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges